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Años haciendo fotografía. En realidad toda la vida, que son bastantes años más, capturando imágenes, durante mucho tiempo sin cámara.
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Países que he visitado y apenas en la cuarta parte de ellos he tomado fotografías. Las imágenes de todos y cada uno de ellos las llevo, agradecido, en la memoria.
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Las piezas de equipo que poseo, una cámara y tres lentes. Ni siquiera son de las caras. Los ojos, la imaginación, el esfuerzo, la dedicación y pasión en todo lo que hago, me salieron gratís, heredadas sin testamento, para lo bueno y lo malo.
Las personas que me inspiran emociones de las que quiero transmitir en forma de fotografía. Son algunas, no es una lista infinita en absoluto.
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Lonchas de luz.
Las fotografías son eso, lonchas de luz, atrapadas del modo que se, ante todo por nuestris ojos y residentes en nuestra memoria, más o menos editada.
Capturarlas permanentemente, en un medio que se pueda compartir, es el esfuerzo intencional del fotógrafo de compartir con otros todo lo que ese momento representa: la luz, las emociones, todos los sentidos y los sentimientos de ese preciso instante, pero con la única herramienta de una imagen.
El éxito de una fotogragía puede que resida en lograr que, de alguna manera, se logre despertar alguna de esas emociones atrapadas en la imagen, si no las del fotógrafo, las que sean esrén reposando en la mente del observador.
He tardado demasiado tiempo en entender la capacidad de cualquier tipo de representación artística de transmitir emoción, de una manera muy individual, personal e intransferible. Algo sagrado en el sentido más humano posible.
Si alguna de estas imágenes que comparto logra, de algún modo, arrancar una emoción, habré logrado convertir una loncha de luz en fotografía, y eso, sin ustedes como observadores, habría sido imposible.
Gracias de verdad.
Ramón J. Freire